lunes, 13 de octubre de 2008

Consumidores de cocaína tienen la corteza cerebral menos gruesa


Un equipo de científicos del Hospital General de Massachusetts (EE.UU.) ha descubierto que el grosor de la corteza cerebral en los adictos a la cocaína es menor que en las personas que no la consumen.  Las causas de ésta y otras alteraciones, dicen los científicos, podrían residir en parte en el abuso de la sustancia, pero también podría ser el resultado de una predisposición genética a la adición.

Comparando las imágenes tomadas por resonancia magnética de cerebros de adictos y no adictos, los investigadores han detectado que la disminución es especialmente pronunciada en las regiones de la corteza -la parte más externa, también llamada córtex- que participan en los procesos cognitivos y de motivación.


*ver corteza cerebral...


La cocaína altera la estructura de las neuronas de la corteza cerebral, según un estudio realizado por investigadores españoles

Hasta ahora era conocido que la cocaína, potente psicoestimulante, causaba efectos bioquímicos y funcionales en el cerebro. Sin embargo, un estudio realizado por investigadores del CSIC señala que el uso de esta droga produce, además, importantes daños estructurales que se traducen en cambios en la forma de procesar información o ideas, el lenguaje, la capacidad de abstracción, el pensamiento y en la conducta.

Se sabe que el criterio y el modo en que los adictos toman decisiones son distintos a los de los no adictos, pero lo que sigue sin entenderse aún muy bien, explica el doctor Hans Breiter, director de la investigación, es cómo esas alteraciones del comportamiento se relacionan con los cambios en la estructura del cerebro.

Los test psicológicos a los que se sometieron adictos y no adictos mostraron que los primeros tenían una menor capacidad de motivación y de prestar atención, y que esos cambios en la conducta se correlacionaban con el grosor de las regiones del córtex importantes para realizar esas funciones.

Sólo en el caso de una región concreta del córtex que interviene en la motivación (el córtex cingulado), los investigadores encontraron que la reducción en el espesor se encontraba asociado a los años de consumo de cocaína, pero no de alcohol o nicotina.

Otras diferencias entre los cerebros de unos y otros, en cambio, podrían tener una base genética, apuntan los investigadores. Diferencias, por ejemplo, en la simetría de una parte de la corteza frontal entre los dos lados del cerebro, los hemisferios derecho e izquierdo.

Breiter explica que en humanos y animales esta relación es importante en muchos comportamientos, y cuando está alterada la causa puede encontrarse en los genes. Y, de hecho, los autores del estudio no encontraron correlación alguna de este parámetro y el tiempo de consumo.

En estudios realizados a ratones, se pone de manifiesto que la cocaína produce una disminución en las dendritas (prolongaciones que surgen del cuerpo neuronal) y una menor densidad de espinas (estructuras que forman las conexiones) de las células piramidales, que se encuentran en la corteza o córtex cerebral. Estas neuronas son básicas para la plasticidad del cerebro, o lo que es lo mismo, para mantener la capacidad de cambio del sistema nervioso central a fin de recuperar funciones perdidas, como puede suceder tras un accidente cerebrovascular, o para adaptarse a nuevos requerimientos (aprender), de forma que el cerebro esté en permanente evolución.


Alteraciones cerebrales

Los autores del estudio inyectaron cocaína a ratones, en dosis que vendrían a ser similares al consumo de droga inyectada de medio gramo diario. Según explica Javier de Felipe, del Instituto de Neurobiología Ramón y Cajal, y mediante un sistema de microinyección, se observaron los cambios de cada una de las neuronas y la sorprendente rapidez con la que se provocaban anomalías.

«En humanos, evidentemente, no es lo mismo, pero podría equivaler a unos meses», afirma el experto. Los autores del estudio señalan que si la cocaína es capaz de cambiar la estructura de las células nerviosas también lo es de cambiar la estructura del pensamiento, todos los productos que la mente puede generar incluyendo las actividades del intelecto como el raciocinio (comprender, juzgar y razonar objetivos y hechos), el lenguaje o las abstracciones de la imaginación. En definitiva, lo que distingue a los seres humanos de otros mamíferos.

«Si la cocaína es capaz de cambiar la estructura de las células nerviosas también lo es de cambiar la estructura del pensamiento»

De todas maneras, los expertos explican que aún falta por determinar si los cambios estructurales observados afectan a otras partes del cerebro y si son irreversibles, ni el tiempo que pueden persistir. Lo que creen «es que es a largo plazo y que podría coincidir con la idea que la adicción es una enfermedad crónica».

Efectos y complicaciones de la cocaína

La cocaína es una droga enormemente adictiva como resultado de su habilidad para impedir la reabsorción de la dopamina por las células nerviosas. El cerebro emite una anormal y elevada cantidad de dopamina como parte de su sistema de gratificación, lo que está directa o indirectamente involucrada en las propiedades adictivas de las principales drogas. Otro efecto de la cocaína es el desarrollo de tolerancia con el uso habitual: no se obtiene el mismo efecto con la misma dosis al cabo de un tiempo.

Por este motivo, los adictos van aumentando cantidad y frecuencia de forma progresiva. También se puede desarrollar más sensibilidad a los efectos anestésicos y convulsivos de la cocaína, sin aumento de dosis. Este incremento en la sensibilidad puede explicar por qué algunas muertes ocurren después del consumo de dosis de cocaína aparentemente pequeñas. Su uso continuado puede provocar estados de irritabilidad, inquietud y paranoia y llegar, incluso, a un episodio total de psicosis paranoica en que la persona pierde el sentido de la realidad y sufre alucinaciones auditivas.

Asimismo, existen las complicaciones físicas derivadas. Efectos cardiovasculares (aumento súbito de la tensión arterial y de la temperatura corporal, arritmias, infarto), respiratorios (dolor torácico, paro respiratorio), neurológicos (apoplejía, convulsiones, dolores de cabeza, visión nublada) y complicaciones digestivas son algunas de ellas que, además, pueden desembocar en coma y muerte.

Asimismo, un estudio, publicado recientemente en la revista Neurology, realizado conjuntamente por investigadores de la Universidad de Johns Hopkins y del Instituto Nacional de Abuso de Drogas (EEUU), ha revelado que existe una peligrosa interacción entre la cocaína y el alcohol cuando se consumen de forma conjunta. El organismo las convierte en etileno de cocaína, cuyo efecto en el cerebro es más duradero y más tóxico que si se usan por separado, provocando una mayor pérdida de funciones cerebrales. Es por ello que, dentro del grupo de fallecimientos producidos por combinación de dos drogas, las más habituales son las ocasionadas por cocaína y alcohol.

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